Juan Pablo Escobar es
un hombre que nació hace casi 40 años. Fue Juan
Sebastián Marroquin hasta 2009 cuando decidió publicar un
libro, escrito en primera persona, y confesar que, en realidad, era el hijo de Pablo
Escobar Gaviria, el más célebre narcotraficante colombiano.
Habla sereno, usa un tono casi clerical para
decir que entendió que la reconciliación con los familiares de aquellos a quien
su padre mandó a matar es un camino de sanación. Asegura, también, que perdonó
a los que se lanzaron a la búsqueda de su progenitor y que, según él, generaron
el clima para que se suicidara. “Una cosa es perdonar. Otra, olvidar. Yo no
olvido que mi propia abuela lo entregó a su hijo“, afirma.
Juan
Pablo habla de su padre con admiración, pero no por su actividad
de narcotraficante que aborrece. “Admiro a Pablo, mi papá, el que me educó. No
a Escobar, el mafioso“, afirma. Dice que a los 8 años, Escobar Gaviria le
mostró todas drogas que había en aquel momento y le dijo: “Si te da curiosidad,
prefiero que consumas conmigo y no en cualquier lado“. Asegura que nunca mató a
nadie y que, de haber querido, podría haber sido el sucesor del hombre fuerte
del cártel de Medellín.
Cuenta, por primera vez, cómo fueron las
últimas 72 horas de su padre, cómo se obtuvo la famosa foto en la que se lo ve
a Escobar al
lado del cargamento de cocaína que probaba su actividad y de la vida de lujo y
de tortura de El
patrón del mal.
Juan
Pablo no podrá ingresar nunca más a los Estados Unidos de América.
Luego de su nueva publicación, se entiende el porqué: “En mi libro cuento que
mi padre trabajaba para la CIA vendiendo
cocaína para financiar la lucha contra el comunismo en centro américa. Allí hay
nombres como George
Bush padre y tantos más“, dice.
Aquí, las definiciones más impactantes de la
entrevista con InfobaeTV:
Estoy agradecido por estar vivo. Hoy yo creo
que el miedo a la muerte me importa menos porque hay cosas más importantes,
como acercarnos a la verdad.
A mi hijo de 4 años le estoy contando quién
fue su abuelo. Mi compromiso como padre es que él ame a su abuelo. Hoy él lo ve
en la tele y el niño se acerca y le da un beso a la pantalla.
Yo creo que mi libro habla de muchas
historias de corrupción que permitieron que mi padre fuera tan exitoso.
Yo hablé con una persona a quien mi padre le
mató a su hijo. Y en su nombre, le pedí perdón. Estamos unidos por el dolor de
la droga, de la violencia y por el deseo de la paz.
Yo perdono a la familia de mi padre por
haberlo traicionado, vendido, entregado. Incluso perdono a mi abuela que
entregó a su hijo aunque nunca lo entenderé. Me siguen haciendo daño
diariamente, pero los perdono. Pero no olvido.
Yo le debo más respeto a mis enemigos que a
mi propia familia por cómo se comportaron.
Las últimas 72 horas de mi padre me
impactaron mucho. En esa etapa de su vida perdió todos los estribos. Él perdió
su amor por él mismo. Venía de haber arrasado media Colombia con su violencia y
él mismo levantó el teléfono para que su llamada fuera identificada y lo
encontraran.
Mi padre puede parecer un loco por las cosas
que hizo. Sin embargo, era totalmente consciente de lo que hacía.
Su mayor acto de amor fue quitarse la vida
para darnos la libertad a nosotros.
De ninguna manera Pablo Escobar es un modelo
por seguir. En muchas seriEs de televisión se lo cuenta con admiración y eso yo
no lo comparto. No es verdad que un narco tiene riquezas, chicas y poder.
Cuando más poder tenía mi padre, de manera más pobre vivía.
Siento un amor por mi padre que es
innegociable. Yo admiro a Pablo, mi padre. Pero no a Escobar, el mafioso. Nos
ha dejado un legado de enorme violencia.
Lo que se descubre con mi libro es que mi
padre estaba trabajando para la CIA vendiendo cocaína para que ellos pudieran
financiar su lucha anticomunista en toda Centroamérica. Esto ubica a mi padre
en una historia en donde algunas cosas empiezan a encajar.
El negocio del narcotráfico es muy diferente
a lo que soñamos. Lo que hacía la CIA era comprar los controles para que
entrase la droga a su país y obtener un maravilloso negocio.
La prohibición de la droga es un gran negocio
para algunos que cierra por todas las puntas. Yo creo que la prohibición es la
mejor propaganda para el negocio que se prohíbe.
La mayoría de los narcotraficantes
colombianos huyeron a la Argentina. No creo que
la policía y las fuerzas de seguridad de este país hayan estado preparadas con
la experiencia para enfrentar esto.
Mi padre fue un engranaje de un gran negocio
del narcotráfico universal. Cuando ya no les sirvió, lo mandaron a matar.
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